
Hace más de mil años, los hombres de Mesoamérica levantaron en la ciudad de Teotihuacán dos pirámides: la Pirámide del Sol, y la Pirámide de la Luna. Y al viajar hombres y mujeres entre ambas, mezclados y reliados, se produjo un fenómeno que preocupó cada vez más a los gobernantes de la ciudad. Y es que con tanto roce de unos con otros, cada vez más y más mujeres se quedaban preñadas, la población no dejaba de crecer, y se iban agotando los recursos naturales que tenían para subsistir. Es por ello que un día, y para evitar lo anterior, se decidió que los hombres y las mujeres deberían desplazarse utilizando caminos separados, diferentes para cada sexo, permitiendose sólo a los extranjeros maltratar esta señal.
Esa regla se sigue manteniendo hasta nuestros días, como se puede observar en el Metropolitano de Ciudad de México.
1 comentario:
po vaya aburrimiento.K
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